Nuestras montañas son nuestros monumentos, cada uno con su magia y personalidad. Las más destacadas son el Turbón, Cervin y La Calva. De ellas nuestras gentes viven, de ellas cuentan historias para escuchar cuando te abras a ellas y recorras sus rutas y sus pueblos.
Destaca especialmente el Turbón, que emerge en solitario, como si fuera un vigía al servicio de las más altas cumbres que aguardan detrás, en lo más abrupto de la cordillera del Pirineo. Así como la roca principal del Turbón es y ha sido un reloj solar para guía principal en los trabajos de campo.